entramos por la boca y miramos todo lo que conformaba aquel cuerpo, aquella cara y aquellos ojos, un pestañeo previo y recorrimos todo el cuerpo, mi boca, la garganta, el corazón, los pulmones, el estómago, la sangre y las entrañas y ahí estaba yo, mirando hacia arriba con un jersey verde y coloretes. no hablaba pero te miraba como con ganas y sin ellas.
hacía calor y no tenía ganas de ir a ninguna otra parte.
hablando sin hablar te echaba de menos y casi que me quería quedar ahí, contigo entre el calor y la humedad, en la oscuridad del cuerpo.
y por un instante pensé: las cosas del exterior no son tan malas como las piensas. verdad?
sin prisas.
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